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Dreamer l

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Por Marta Luz Manríquez Morales Suelta la guitarra, escarabajo Que da mucho trabajo Y paga poco la música Con una guitarra, tu voz de seda Tus escalas y tus arpegios La podrás pasar muy regio Pero vas a morirte de hambre Además, escarabajo Al arte nadie lo aprecia Nadie entiende que el artista Necesita su espacio Y si no le dan trabajo Se muere de inanición Tampoco entienden que el arte Es un regalo, un don gratuito Pero eso no significa Que uno lo dé gratis Porque todo tiene su precio Aunque sea cuestión de aprecio Un hippie melenudo Un poeta sureño Un músico Un escritor, un cantante Un pintor Yo presumo Necesitan respeto Necesitan amor Y también alimentarse El arte, escarabajo no sirve para nada pero nos mantiene vivos a mí con mis versos y a tí con tu guitarra Mejor escribe otra canción Otra que hable de la paz Del amor y otras hierbas Somos dos soñadores, Jonnhy Pero al final Vale la

Cuarenta y cuatro (Serie Víctor Jara)

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Por Marta Luz Manríquez Morales cuarenta y cuatro razones para llorarte, Víctor Jara que tu voz susurra en mi oído que mi alma se vuelve guitarra y que nadie puede matarte ni siquiera cuarenta y cuatro balas soñé que junto a mí tocabas tu dulce guitarra y tus ojos de noche sin luna en mi rostro se posaban "No me olvides, vidalita pero no dejes que el odio anide en tu alma fue el odio que rompió mi vida cuando en el Estado Nacional estaba" "No te iguales a los asesinos tú ... alza tu mirada que puedes hacer revolución a punta de palabras" Inmortal es el Cantor Inmortal es Víctor Jara porque a los verdaderos hombres no los matan ni cuarenta y cuatro balas. Un antigu0 poema de la serie dedicada a Víctor Jara. Son un total de 25 poemas, muchos se perdieron.

La historia de Panchita Ferreira

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Por Marta Luz Manríquez Morales Esta historia se La historia de Panchita Ferreira. Esta historia se la contaron a mi padre cuando era niño y el me la transmitió. Tentado por algunos amigos comerciantes, don Francisco Ferreira se vino de Chillán a Concepción y luego a lo que hoy es Temuco. Entonces estos territorios eran la FRONTERA, y la pacificación de la Araucanía apenas daba frutos. Don Pancho, de sangre española y portuguesa, se instaló con Clara, su mujer, y sus cinco hijos en un bolichito donde se vendía desde clavos a semillas, desde velas a tocuyo y por supuesto buen vino de la zona. Los dos hijos mayores Eduardo y Joaquín trabajaban con el padre y cuando iban a buscar mercaderías al norte, Panchita, la tercera hija de Ferreira y la única mujer, se quedaba en el mostrador. Era una moza de pelo castaño claro, ojos verdes como gato y delgada como un junco. Los parroquianos se babeaban por su belleza, pero don Pancho los mantenía a raya con

A Fernando no le gusta Huidobro

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Por Marta Luz Manríquez Morales Le leo a Vicente Huidobro engolosinada en las palabras sorbiéndolas como pequeños sorbos d de vino blanco Pero a él a mi pequeño Fernando no le gusta Huidobro Mira hacia el techo mira por las ventanas busca imágenes en el televisor apagado ¿Por qué no te gusta? le pregunto frustrada a Fernando le gusta Federico García-Lorca Neruda, la Mistral y hasta mis versos Pero taimado replica que no le gusta Vicente Huidobro y me aclara "Es que parece niño chico"

El origen del pueblo mapuche (epew relatado por Clara Raiman)

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Por Marta Luz Manríquez  Morales Cuando yo era una niña de no más de diez añitos , iba a menudo por las tardes donde mi tía Elena Ramírez a tomar onces porque me atendía la Clarita Raiman , su nana , una mujer mapuche originaria de Lumaco. Tenía la Clarita unas manos morenitas que eran capaces de cortar leña y hacer pan amasado , cocinaba como los dioses , agregando a la cazuela un pichintún de merkén para darle sabor y adornando las ensaladas con perejil picado finito cuyo aroma encendía la gula. Pero lo que más me gustaba eran sus cuentos, epew se que se llaman ahora. Los había escuchado de la boca de su abuela junto al fogón y tenían una magia que solo conocen los cuentacuentos. Clarita me daba mate bien calientito y tortillas de rescoldo que ella misma preparaba . Siempre las abría calentitas como estaban por un lado y les metía queso o quesillo , el cual se derretía haciendo un manjar delicioso de ese pan tan sencillo. Al segundo mate , su voz ca

Muerte en el bosque

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Por Marta Luz Manríquez Morales Ví voltear un árbol a la orilla del camino Sentí como los espíritus de sus ramas Daban gritos de agonía Me extrañó no ver un río de verde sangre Porque un árbol es también una forma de vida Pensé en todas las primaveras Que se llenó de pájaros Que cobijó sus nidos En las veces que el sol lo sorprendía Llenando el aire con suaves sonidos de trinos Ese árbol tenía ramas y tronco vivos Era parte del bosque Regalaba al hombre Sombra y oxígeno Me uno a la madre-tierra En su pena profunda Porque he visto morir A uno de sus hijos  Fotografía: Lorena Ledesma

Las mujeres decentes no escriben poesía (a Pedro Peña y Silvia Manríquez)

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Por Marta Luz Manríquez Morales Nunca lo pedí me lo regalaron Nunca lo ostenté Era natural en mí Desde niña lo cultivé Vino de mi padre y a mi hijo lo heredé El arte de la poesía viene en el alma como un gen alelo Algunas veces se pierde con el paso de los años otras crece con el paso del tiempo Y este raro regalo trae consigo el viejo clásico del don-maldición Es una rosa de fuego que arde en tus venas y sus espinas te rompen los hilos del corazón casada un día a los veinticinco años con un muchachito bello y huraño me dió a beber veneno en una frase fría "Las mujeres decentes no escriben poesía" Y esta frase sencilla acabó con mis sueños roto mi matrimonio la escucho de nuevo porque sé que así piensa otra gente querida "Las mujeres decentes no escriben poesía" Las mujeres decentes se quedan en su casa dejan que el tiempo les apague la llama Se consumen virtuosas No buscan amores Se marchitan en sus jardines n