El clan de las Cicatrices


Por Marta Luz Manríquez Morales

Los poetas somos un clan disperso por el mundo, un clan dentro de una tribu también dispersa ...los artistas . Somos el Clan de Cicatrices, esas heridas invisibles a primera vista pero que nos lleva a reconocernos en cualquier país donde estemos . No importa nuestra raza , credo o nacionalidad , esos son azares , somos el clan de desterrados que vaga buscándose con los suyos.

Franco Ibañez habló una vez durante una larga noche de poesía y vino sobre esta extraña condición de los artistas , dijo que eramos como cachorros en una fría cueva que sentíamos miedo de estar solos y nos arrimabamos a los otros cachorros para sentir su calor y su presencia y estar más seguros. En todo lugar del mundo dos poetas, dos artistas se reconocen y aunque no hablen el mismo idioma o sean de distinta raza , inmediatamente se acercan al otro y lo auxilian en lo que sea . Lo llevan a sus casas , sus talleres, los bares o cuchitriles que frecuentan , lo incorporan a su vida como si se hubieran conocido de siempre . Parecen olerse desde lejos y se aproximan maravillados de encontrarse , como dos perros criados en la misma perrera que se topan casualmente al cabo de unos años y vuelven a menearse mutuamente la cola, a olerse el trasero a mordisquearse con afecto.

Esto es cierto ....estemos donde estemos un poeta reconoce a otro poeta y lo acoje . Lo saben quienes vivieron el exilio. Lo saben llos becarios que llegaron a un país desconocido , los que viajan a un concilio al otro lado del planeta sin conocer a nadie .

Sabemos que somos los desterrados, que en todo tiempo y lugar la sociedad nos mira por lo menos con desconfianza . Que somos ovejas negras en nuestras familias y comunidades, los dardos del cura siempre van diriguidos a nosotros , se piensa lo peor siempre de cada uno de nosotros y de lo menos que nos tildan es de irresponsables . Hasta hay teorías que sugieren que los artistas somos enfermos mentales y realmente a estas alturas no lo dudo ....miren lo que la cordura ha hecho con el mundo ...prefiero ser una loca inofensiva

Hace unos años en Huaipén , en la provincia del Bio-Bio , Miguel Ángel Manosalva y yo fuimos llevados a una escuelita muy pobre a compartir con los niños en el marco de un encuentro nacioanal de poetas.Allí los niños tenían una idea muy divertida de lo que eran los escritores . Para ellos eran personas muertas hace mucho tiempo o seres muy viejitos que vivían en una suerte de biblioteca rodeados de libros polvorientos , sentados frente a una máquina de escribir o una computadora , bebiendo café o vino y fumando sin parar un apestoso cigarro.

Para ellos fue una sorpresa ver a dos personas relativamente jóvenes , sin el cabello completamente cano , que comían, reían y jugaban con ellos a la pelota .Más aún que hubiera poetas mujeres, su único referente era Gabriela Mistral y yo no me parecía en nada a ella.Nos miraban asombrados ....eramos de carne y hueso.

A menudo el mundo olvida ese hecho. Somos personas que viven intensamente y ven el mundo de otra forma, somos más sensibles, tenemos otra forma de vida interior , pero somos reales , con historias personales , muchas batallas vividas y enormes cicatrices .

Abrazando a los hermanos poetas que acudieron a mi convocatoria en mi pueblo, sentí que me reintegraba a mi clan perdido . Que estabamos sentados en círculo en torno a una hoguera , mientras el chamán invocaba a los dioses y comíamos y bebíamos alimentos rituales . Sentía sentados con nosotros a los poetas muertos y que todos eramos una enorme familia reunida por mágicos momentos en un tiempo sin espacio ni tiempo.
 
Imagen: ©Aguirre

Comentarios

  1. Los Vagabundo del Dharma. Construyendo una historia personal, grupal, regional y muy necesaria, mi querida Kika. La mejor historia se construye a través de la suma de las memorias individuales.

    Un abrazo fuerte

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Traiguén, un pequeño pueblo al sur del mundo

Un mate junto a Víctor Jara

El origen del pueblo mapuche (epew relatado por Clara Raiman)