Traiguén, un pequeño pueblo al sur del mundo
Por Marta Luz Manríquez Morales
Quiero hablar de mi pueblo, de mi pequeño pueblo, mi Traiguén.
Su nombre en Mapudungún o lengua del pueblo mapuche, significa "salto o
caída de agua" TRAYEN-CO.
Fue fundado como fuerte militar el 2 de
diciembre de 1878 en lo que habían sido las tierras del cacique
Quilapán. Su fundador fue Gregorio Urrutia. Rápidamente la villa creció, los franciscanos trajeron un convento y la población civil fue en
aumento.
En 1903 empezó a correr por sus calles el primer tren eléctrico
de Latinoamérica. Llevaba desde el molino "El globo", de propiedad de don
José Bunster, su carga de trigo hasta la estación. Hoy, esa misma
locomotora , que era originalmente amarilla, pero que fue teñida de
gris, un color más acorde con el espíritu chileno, está frente a la
estación abandonada y vacía de trenes, en su pedestal. Muda testigo de
la historia , duerme allí su sueño , mientras las manos irrespetuosas de
jóvenes la rayan con corazones o sus nombres, sin saber que dañan una
reliquia histórica.
La estación misma , antaño llena de vida, que
veía llegar fumando esas cuncunas con pies de hierro que son los trenes
, ahora está desolada y vacía.
En un pasado luminoso , mi tierra
fue llamada el "Granero de Chile" junto con Victoria y otras comunas de
Malleco. En esa edad de oro, las tierras de Trayenco producían hasta el
60% del trigo que necesitaba el país. Ese pasado nos llena de nostalgia
porque las forestales trajeron al Eucaliptus , un árbol vampiro que
seca la tierra y la deja inútil para producir otra cosa que no sean
nuevos Eucaliptus.
Acá a este pueblo llegó en 1911, recién
recibida como profesora, la joven Lucila Godoy Alcayaga , nuestra
Gabriela Mistral. Estuvo brevemente de paso en el Liceo de Niñas que hoy
lleva su nombre.
Por estas tierras pasó, ligeramente disfrazado, Pablo Neruda, refugiado en "el lar de Figueroa". Sin duda, más de
alguna cantina de la época debió acogerlo con un vaso de buen vino.
Pedro
Luna pintó sus murales en el techo del convento franciscano. El
terremoto del 2010 estuvo a punto de derribarlo, de hecho botó su
centenario campanario, y hoy, sin poder ser restaurado, el convento
herido, guarda sus pinturas.
En estas tierras nació Luis Durand
Durand, hijo de doña Cruz Durán, esposa del rico hacendado Andrés
Manríquez Oliva. En su novela más conocida "Frontera", Luis Durand
cuenta la historia de este hombre.
El aire de mi pueblo es puro,
aún las chimeneas y las cocinas a leña no logran contaminarlo. Muchas de
sus calles están aún pavimentadas con adoquines... cada adoquín es un
poema -dice mi amigo Jorge Muzam.
En primavera, los manzanitos y
los cerezos en flor ponen una nota intensamente rosa y el dorado capullo
de los aromos tiñe las veredas y las calles de amarillo.
El río Traiguén recibe cada verano a familias enteras que buscan en sus
aguas refrescarse y escapar de los calores estivales. Perfume peculiar... cantan en el cielo pajarillos, llamando a la lluvia en la estación
del frío, hablando de amores en primavera.
Los ya ancianos
recuerdan al "Loco Mena" terror de los niños, que por lazear la imagen
de la Vírgen , orden dada por su soberbio patrón borracho, enloqueció
de la noche a la mañana.
Este es mi pueblo, pequeño, con un aire
de "Far west" para el cineasta y dramaturgo Benjamín Galemiri Gateño.
Como un Macondo detenido en el tiempo. Lo amo con toda el alma, lejos
de su útero, yo hubiese podido ser alguien. Pero Santiago era una boca
llena de afilados colmillos para mi pequeñez pueblerina y volví a la
casa de mi infancia.
Cada noche, en verano, salgo al patio, al
jardín de la casa de mis tías, a mirar las luciérnagas, a tocar los
rugozos troncos de árboles que tienen más de 60 años, a recordar los
cuentos que me contaban mi tía Rebeca, mi nana Anita y la Clarita
Raiman, nana de mi tía Elena Ramírez.
Cuando muera, cuando deje
caer a la tierra esta pesada cáscara, quiero que sepulten mis huesos
junto a los de mi madre o a los de la familia Manríquez, familia de
profesores.
Me dormiré entonces en mi pueblo querido, en la
provincia de Malleco, en la Novena Región de Chile, a 773 Kilómetros de
Santiago. Volveré a mi cuna.
En esta plaza aprendí a caminar. Lo que no hace más importante a la plaza. Pero es la única plaza en el mundo donde yo puedo correr con los ojos vendados sin caerme.
ResponderEliminarCOMO NO VOY A RECORDARTE PLAZA QUERIDA SI TODOS LOS DIAS PASABA CAMINO AL LICEO DE NIÑAS DE ESA EPOCA ,y TAMBIEN SOLO PARA MIRARTE A TI QUE CADA DIA TE SENTABAS EN ESE BANCO FRENTE A LA CANCHA DE TENIS ,.........MI GRAN AMOR PLATONICO QUE AHORA YA NO EXISTE ....RECUERDOS RECUERDOS........CADA RECUERDO DE NUESTRO PUEBLO ES HERMOSO ....
ResponderEliminarMuy sentidas palabras. Soy de Capitán Pastene, pueblo a 40 km. al este de Traiguén, ciudad a la que había que viajar al médico principalmente, en un pequeño tren de trocha angosta que combinaba en Saboya con el tren que venía de Renaico a Traiguén. Así fueron tambien mis primeros viajes al Liceo de Hombres (considerado en la época como uno de los mejores de sudamérica), a hacer mis humanidades desde 1960 al 65. Muy lindos tiempos en los que hice grandes amigos. Hacíamos grupos para estudiar camino al cementerio de madrugada los días de pruebas o exámenes. ( antes los estudiantes estudiaban).
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