Los niños del SIDA


Por Marta Luz Manríquez Morales

nadie tiene la culpa
ni la prostituta triste
que vendió mal sus amores
ni el marica oculto
tras un impecable buen nombre
todos, todos
fueron al baquete de Eros
y volvieron con Tanattos en la sangre

todos, todos quisieron libar miel

y tomaron una copa de vinagre

nadie tiene la culpa
ni el marido infiel
que equivocó de cama
ni el libertino Don Juan
que suma sus conquistas
para sus camaradas

todos, todos
quisieron beber Ambrosía
y la copa tenía veneno
a nadie, a ninguno
yo condeno

pero me duele en el alma
el niño que tiene Sida
porque la muerte se ríe
en su carita compungida

y su sangre lleva esa muerte
que aniquila los bracitos delgados
que roe las piernecitas tiernas
que duerme bajo los hinchados párpados
que machaca esos huecesitos
esa piel pura
esos ojitos de ángel
esa sonrisa de santo

yo no condeno a nadie
no culpo a ningún ser humano
todos son mis hermanos
pero esos niños del Sida me duelen
como si fuesen mi hijo Fernando

todo el amor de mi pecho
quisiera poder darles en un abrazo
toda esta vida mía
no me alcanza para amarlos
para acariciar las cabecitas
que la muerte ya tiene
hundida en su regazo

y gritar, gritar por ellos
Gritar con este dolor
que me quema por dentro
porque los niños del Sida
Son ángeles que nos han prestado
y se los llevan tan pronto
que el amor se queda esperando
que el amor se queda vacío
sin poder acurrucarlos


Imagen: Igor Zenin

Comentarios

Entradas populares de este blog

Traiguén, un pequeño pueblo al sur del mundo

Paya de los poetas

Un mate junto a Víctor Jara