María Luisa Bombal, la abeja de fuego
Por Marta Luz Manríquez Morales
Nació en Viña del Mar en 1910, en el
seno de una familia aristocrática. Vivió en Viña hasta los 12 años y
luego se fue a Francia donde se licenció en Literatura en la Sorbonne.
Hizo su tesis sobre Prosper Merimée. Una fallida incursión en el teatro,
algo impensable para una niña de “familia”, provocó que su madre la
trajera de vuelta a Chile.
Aquí conoció al que sería el
amor de su vida, Eulogio Sánchez Errázuriz. Sus trágicos amores hicieron
que su amigo Pablo Neruda la bautizara como “Abeja de Fuego” y se la
llevara a Argentina en donde escribió su primera novela “La última
niebla”. Allí se casó con el pintor Jorge Larco. El matrimonio fue un
fracaso y volvió a Chile en 1934.
En 1938 salió a la luz su
segundo libro “La amortajada”. Sus novelas son breves pero escudriñan lo
profundo de la psiquis femenina, la atormentada alma de la mujer
(reflejo de sus propias vivencias) y su choque con el mundo masculino.
En esto se adelanta a los escritores de su época, retratando un mundo en
que lo real y lo fantástico se mezclan, tal vez influida por sus
múltiples lecturas, sobre todo por las de Hans Crhistian Andersen.
En Chile se reencontró con Eulogio Sánchez a quien disparó tres balazos, para quedar luego en estado catatónico.
Fue absuelta de toda
responsabilidad, tras lo cual viajó a los Estados Unidos donde se casó
con el conde francés nacionalizado norteamericano, Rafael de Saint
Phalle, con quien tuvo una hija, Brillite, que paradójicamente se
doctoró en matemáticas y con la que no se llevó bien.
Tras 30 años en el extranjero
volvió a Chile, donde se insertó sin problemas en la sociedad. Pero lo
cierto es que empezó a tener serios problemas con la bebida y que, por
mucho que lo anheló, nunca le dieron el Premio Nacional de Literatura.
Y como se lo iban a dar, pues,
si esta sociedad nuestra es tan machista y peor aún en esa época. María
Luisa se introdujo en lo más profundo del espíritu femenino para
mostrarlo en toda su grandeza trágica y poética. Nunca antes se había
retratado así la esencia de la mujer.
Por eso y muchas otras razones, políticas, sociales o sólo prejuicios, no recibió este galardón que tanto merecía.
Murió en 1980 sin haber logrado
la felicidad, igual que sus heroínas, la resignada de “ La última Niebla
“ y la rebelde de “La amortajada”.
Heroínas de María Luisa: la piel de las mujeres
Ya revisamos la biografía de
María Luisa Bombal, la escritora que Neruda bautizó como la “abeja de
fuego “. Ahora viajaremos a través de sus heroínas al corazón de la
psiquis femenina retratada genialmente por María Luisa.
Sus mujeres tienen un sello
especial: ninguna es feliz. Desde esa muchacha que se casa con su primo
en “La última Niebla” a la hermosa y desgraciada “María Griselda”,
transitamos por un mundo muy íntimo, resguardado bajo diferentes
máscaras que no son máscaras si no un intento por, como dice un dicho
popular "llevar la procesión por dentro”.
Esa muchacha y luego mujer de la
primera novela, que se casa por no quedar soltera, descubre que está
prisionera en una jaula demasiado estrecha, en la que debe parecerse lo
más posible a la primera esposa, la perfecta, la no olvidada. Pero su
corazón y su cuerpo no tardan en reclamarle amor, verdadero amor. El
amante ¿real o ficticio? No, soñado ¿No es acaso el sueño de toda mujer?
¿Acaso habrá alguna que no haya soñado alguna vez, ser amada así, ser
deseada así? Regina, la cuñada vive, ama y ella…se deja envolver por la
niebla. ¿Es demasiado vieja para suicidarse cuando descubre lo que cree
la verdad? ¿Qué edad tenía Anna Karennina cuando se lanzó a las vías del
tren? Acaso hubiera sido preferible morir de un golpe al morir lento
que significará hundirse en esa niebla que ahora adquiere perfiles de
pesadilla.
Brígida…la joven Brígida casada
con un viejo que le da la espalda para dormir, debe esperar que el árbol
derribado ya no le tape la realidad para darse cuenta que quiere Vivir,
sí, Vivir, con mayúsculas…no resignarse a una vida segura pero
mediocre, vivida a medias, si amor real que es lo que buscamos las
mujeres ¿eras tú, María Luisa o intuías que aunque esgrimamos carteles
de igualdad e independencia, en el fondo…?
Y
esa rebelde amortajada ¿Cuánto de ti había en Ana María? El primer
amor, Ricardo ¿era Eulogio? O Eulogio era Alberto, el marido que la ama
brevemente para luego abandonarla, no físicamente, si no en sus afectos,
en su pasión?
La hermosa María Griselda, con
su carga de belleza, Yolanda de “las islas nuevas” cuantas mujeres hay
en ellas y cuantas eres tú misma, Abeja de fuego que buscaste la
felicidad desesperada en tu íntimo ser y calmadamente “Madame Merimeé “.
Ni la fama, ni el dinero, ni los
amigos, ni París, ni Nueva York ni siquiera tu hija Brillite que era
tan distinta a ti, tan Saint Phall, te pudieron devolver esa felicidad
que conociste brevemente en Viña del Mar en tu niñez.
No estaba en el fondo de la copa. Ni el Premio Nacional que un país machista te negó.
La felicidad, María Luisa tal vez estaba en el esquivo, en esa cosita tonta que llaman Amor.
Comentarios
Publicar un comentario