La historia de tres moscardones ( a Fernandito)


Por Marta Luz Manríquez Morales

Siempre has amado a las mariposas, las abejas, las libélulas y los moscardones. Estos son tus favoritos.

Un día de verano vi que llevabas en el cuenco de tus manos un pequeño insecto que no distinguí. Pensé que era una mariposa, pero no, era un moscardón.

Dí un grito histérico y te pedí que lo soltaras... va a picarte !! - grité -suéltalo ahora!!.

Pero me miraste con tus grandes ojos verdes y me respondiste muy serio -pero, mamá , si es mi amigo. Yo soy su profesor-.

Y entonces, cuando mi enfermedad me impidió levantarme, te escribí este cuentito tan tierno como tú.

Había en el sur de un país latinoamericano un hermoso jardín lleno de árboles frutales, ciruelos, guindos, frutillas y una impresionante cantidad de flores. Rosas rojas, amarillas, pálidas, ribeteadas de rojo, rosadas, blancas y hasta naranjas. También había lirios, flores de jarro, calas, margaritas y lavandas, que eran las favoritas de los golosos moscardones.

Bueno, a este jardín llegaron dos moscardones extranjeros... uno mejicano, "Zumzumbido", y otro inglés, "Bumble Bee".

El hermoso niño tenía por costumbre jugar con los moscardones, jugaba que era el profesor de los moscardones y que les enseñaba a volar.

Un día cogió al mejicano que se llevó un gran susto mientras gritaba "oye, niño, bájame o te voy a picar... es en serio... te pico, te pico".

Pero Zumbón, el chileno, lo tranquilizó. No te asustes, este niño es especial, es aperger, es decir, entiende el lenguaje de los animales  y los comprende.

El niño paseó con el moscardón entre sus deditos, lo sopló, jugó con él y lo dejó ir.

El inglés Bumble-bee reclamó entonces como cabro chico.

-Hey, boy, boy... listen to me... me too, play with me... play with me, please.

Pero el niño no le entendió, así que el moscardón inglés se esforzó y aprendió castellano y al día siguiente lo llamó:

-Hey, boy, niño... tómame en tus manos, paséame a mí también, yo quiero jugar contigo.

Y jugaron muchas tardes hasta que llegó el otoño y el chamán recogió sus insectos para llevarlos a la cueva mágica donde pasarían el invierno.

Allí, en la horajasca, se encontró con otro moscardón gringo y le habló del niño de ojos verdes de Traiguén.

Y el moscardón gringuito se hizo el propósito de ir a Traiguén y conocer al niño que enseñaba a volar allá en el sur del mundo.

Comentarios

  1. Precioso cuento. tengo un hijo Fernando, que al ser el pequeño es Fernandito, y siempre lo será aunque ya tenga trece años. Creo que voy a contarlo a mis alumnos, con tu permiso.

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